07 agosto 2011

Un día normal.

 Y esto, mis queridos lectores, será la descripción de un día típico en mi vida, en vacaciones por supuesto.

El día de hoy me desperté algo tarde, pero aún así logré desayunar, mi papá, con demasiado entusiasmo me hizo un desayuno esplendido. Un omelette. ¿Así se escribe?
Bueno, me la pase después en mi habitación, escuchando música y no haciendo nada en especial. Pensando en cierta persona que desde hace días... robó mis pensamientos. Claro, un chico.

Después, en la tarde, mi papá hizo la comida. Como verán, le encanta cocinar, y lo hace genial. Pero entonces... no pude. Me vi en el espejo y odie el reflejo.
Prendí la música, muy fuerte, para que amortiguara los ruidos, me metí al baño y vomité... y vomité... hasta que no salió nada más... hasta que sentí verdadero asco.

No me malinterpreten, pero así es mi vida. ¿Nada es perfecto, verdad? Además... soy algo así como una típica adolescente...

En fin. ¿Ahora? Estoy en mi habitación, con música que calla los gritos de mi madre, no del todo, pero hace que se escuchen lejanos. No entiendo, ¿Por qué la necesidad de gritar, de enojarse todo el tiempo? ¿Que no se da cuenta que eso no ayuda en nada? ¿Que no se da cuenta que hay mejores maneras de comportarse que le ayudan a ella misma? Las quejas no hacen que sus problemas desaparezcan.

...Pero no, ella no entiende. Se va por el camino fácil, y corto. Quejarse, odiar todo y culpar a los demás.

Gran lección de vida que me da, ¿no? *Risa sarcástica* No, es el peor ejemplo que me ha dado desde hace años.

-A

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